La guerra siempre ha sido un tema muy recurrente en el cine americano, bueno de hecho en el cine mundial. Ya desde los primeros Oscars de Hollywood allá en 1928 la primera película que ganó fue Wings, centrada en la Primera Guerra Mundial y hasta nuestros días en que este año también compite la última de Spielberg y que también sucede durante la Primera Guerra, War horse.
Yo no soy seguidora de las películas bélicas ni de su género aunque hay títulos que me han impresionado , como por ejemplo: Senderos de gloria, Johnny cogió su fusil... y algunas otras, pero hoy quiero centrarme en Los mejores años de nuestra vida de 1946.
Es evidente que la película es del género bélico pero tiene un trasfondo social que la hace calificarla de una de las más grandes películas de la historia del cine.
Centrémonos en ella.
Tres soldados vuelven juntos a casa en el mismo avión, los tres entablan amistad en ese momento pero ya será de por vida.
La historia es narrada simultáneamente, explicando la llegada de los tres personajes a sus casas y a sus vidas familiares, muy diferentes las tres pero a la vez se van a encontrar con la similitud de problemas: incomprensión, soledad, falta de trabajo, marginación social, los tres se van a dar cuenta que para ellos la guerra les ha cambiado la vida pero en realidad la vida que dejaron sigue igual y el contraste es chocantemente brutal.
Al Stephenson (Frederic March) es un sargento veterano que descubre al volver a casa que ya no reconoce a sus hijos. Cuando se fue eran pequeños , ahora sobre todo la mayor (estupenda Teresa Wright) se ha convertido en una joven muy especial. Su mujer (grande Myrna Loy), protagoniza, para mi, la secuencia más bonita de la película. Cuando Al regresa, entra en casa, avanza por el pasillo , va viendo a sus hijos que les dice que no digan nada.... Loy , que está en la cocina , lo presiente....en esa escena.... esa mirada, ese silencio engloba a la perfección el sufrimiento vivido por las familias , por las mujeres de los soldados , y Myrna Loy, allí está simplemente perfecta.
Fred Derry (inolvidable Dana Andrews) es un capitán que vuelve a casa esperando que su mujer , de la cual se casó cuando empezó la guerra, le reciba con los brazos abiertos , pero su sorpresa es mayúscula cuando descubre que no es lo que pensaba, su angustia va aumentando cuando busca pero no encuentra trabajo....
Y Homer (increíble Harold Russell) pasa un calvario cuando tiene que volver a casa con las manos amputadas y substituidas por unos tremendos garfios y no querer enfrentarse a sus padres, a su hermana pero sobretodo a su novia.... sobrecogedora también la escena en que la chica pone el pijama a Homer, esa ternura también explica lo difícil que ha sido para todos.
Para todos ellos, pero sobre todo para los tres soldados su vuelta a casa significa un antes y un después en sus vidas... se encuentran inmersos en una sociedad que ha vivido al margen del conflicto bélico de primera mano y los trata de forma fría, duramente y sobretodo con una estremecedora indiferencia. Son héroes pero de vuelta a casa les cuesta enfrentarse a la incomodidad y no entendimiento por lo que han pasado.
William Wyler, formidable director no muy reconocido desgraciadamente, firma un bello y desgarrador melodrama,que sin caer jamás en la lágrima fácil, (cosa que no hace el señor Spielberg...),describe con una increíble sencillez pero a la vez con imágenes sobrecogedoras una historia que podría ser real , porque seguramente vivieron millones de soldados al regreso a casa. Con Los mejores años de nuestra vida empezaba un tema en el cine norteamericano que seguirían tratando en los siguientes años: las cicatrices dejadas por la guerra y la dificultad de la inserción social y familiar de estos personajes.
Fue la película que más Oscars ganó ese año: 8 estatuillas!.
Su reparto era extraordinario en ese momento: Mirna Loy, actriz todo terreno de su época, fue una gran actriz de melodrama pero se la conoció sobretodo por la serie de comedias que protagonizo junto a William Powell, sobre el matrimonio de investigadores en Ella , él y Asta, La cena de los acusados, Otra reunión de acusados.....
Fredric March, otro de los grandes del cine clásico, ganó dos Oscars, uno en esta cinta que hoy hablamos y por El hombre y el monstruo donde recreaba al Doctor Jenkyll, o la primera versión de Ha nacido una estrella.
Dana Andrews: También podríamos calificarlo de actor todo terreno , participó en muchas producciones de cine negro , entre las cuales hay que destacar Laura de Otto Preminger.
Virginia Mayo: Una de esas actrices que podríamos decir “resultona” y que siempre hacia de chica peligrosa... así lo demostró en Los mejores años y Al rojo vivo en la que volvía loco a James Cagney.
Harold Russell: actor no profesional, , autentico héroe de guerra. En un principi el actor que iba a interpretar su papel era un personaje con una deficiencia mental a causa de la guerra pero cuando Wyler conoció a Russell en un documental que filmaba no lo dudó y cambiaron al personaje por este combatiente que perdió las dos manos.... Fue el único actor que ganó el Oscar en dos categorías: como mejor actor de reparto y uno honorífico como combatiente.
Mención especial quería hacer de Teresa Wright, actriz que de pequeña me fascinó. Trabajó incansable hasta finales de los noventa, muriendo en el 2005. Pero su debut en la gran pantalla no pudo ser más impresionante (Y aquí me riño de manera flagrante porque me olvidé de ella en el comentario que hice sobre los grandes debuts para grandes actrices)... porque no me diréis que empezar con La loba, La señora Miniver y La sombra de una duda no sé merece estar en la lista!!!!
Si no habéis visto esta cinta.... os la recomiendo... en su momento estuvo perseguida por la caza de brujas, por posible comunismo , pero en realidad no es más que un precioso cántico a la paz, a la insensatez de la guerra y Wyler trató a sus combatientes de una manera preciosa.
Hasta la próxima
Bargalloneta.