Curioseando por el admirable trabajo hecho por las zinéfilas y, leyendo sobre los óscars, recordé algo. Un cotilleo con visos de leyenda urbana. Un chascarrillo similar a aquellos publicados por Kenneth Anger en sus celebrados dos tomos de Hollywood Babilonia. Tampoco llega a la rivalidad-antagonismo enfermizo de Nino y Bruno, personajes de la película fetiche Muertos de risa de Álex de la Iglesia, pero no le va tampoco tan a la zaga. Se dice que estas hermanas, la última vez que se dirigieron alguna fría palabra fue en el funeral de su madre en 1975.
Es la historia de las hermanas De Havilland-Fontaine. Dos nonagenarias que llevan tres cuartas partes de su vida sin dirigirse la palabra. Dice la leyenda urbana que su longevidad se debe a la insana rivalidad que mantienen desde la época de esplendor de los grandes estudios. Es la historia de dos hermanas muy mal avenidas y siempre rivales. Y, aunque cotilleo, no deja de ser parte de la historia del cine, porque ellas son historia viva del cine.
Rencillas familiares aparte, posan para la foto.
Los padres de las hermanas Havilland-Fontaine eran británicos. Tan británicos como los cuervos de la torre de Londres. El padre era abogado y ejercía en Japón. La madre había sido actriz, profesión que dejó atrás para convertirse en esposa y madre. No es que fuera una familia muy amorosa. Los padres , casados en 1914,andaban a la gresca, y la mamá Havilland, aprovechando la delicada salud de sus hijitas, se largó con viento transoceánico y se instaló en California, donde las niñas crecieron al calorcito de la floreciente industria cinematográfica. Corría el año 1919. Las niñas llevaron una infancia y adolescencia tranquilas, a pesar de que su madre volvió a casarse y el infortunado padrastro no gozaba de las simpatías de las niñas. Lo único reseñable es que como Olivia, la hermana mayor, comenzó su carrera fílmica con su apellido, Joan, la menor, adoptó el apellido que había recaído en su madre por matrimonio, y así Fontaine figuró en los títulos de crédito.
La hermana mayor:
Olivia de Havilland nació el 1 de julio de 1916 en Tokio, Japón. A los tres años, junto a su hermana, quince meses más joven y a su madre, se establecen en la soleada California, como antes se dijo. En su época de estudiante se hallaba actuando en el sueño de una noche de verano, de Shakespeare, cuando la vio Max Reinhardt, productor y director de cine de origen judío y centroeuropeo, de esos como tantos otros se largaron a la primera de cambio de régimen de la vieja Europa en cuanto Hitler asomó su ridículo bigotillo por la cancillería del Reich. Max Reinhardt le dio su primer papel en el cine, y así la contrataron en los estudios de la Warner, en la época en que los actores quedaban encadenados con bola y pesados eslabones a los dueños de aquellos lugares. La emparejaron junto a la gran estrella masculina del momento de la casa, que no era otro sino el libertino tasmano Errol Flynn, protagonista indiscutible de filmes de aventuras. Así Olivia pasó a ser la “chica” del acróbata aventurero que interpretara Flynn. Concretamente hicieron siete películas, ella en el mismo papel, daba igual que fuera lady Marian, que una joven perdida en el barco pirata del capitán Blood o una decimonónica esposa de patán con galones que a fuerza de masacrar nativos americanos acaba palmando con las botas puestas en la batalla de Little Big Horn.
En el año 39 filma uno de las películas más famosas de toda la historia, haciendo el papel de Melanie Hamilton en lo que el viento se llevó. Película de la que se ha hablado y se hablará toda la vida. Se dice que se tardó tres años en encontrar una Scarlett O’Hara en condiciones, y que Joan Fontaine , que ansiaba hacerse con el papel, consiguió una audición para Melanie. Dice la leyenda que Joan Fontaine rechazó el papel afirmando que si querían una pavisosa para el rol, llamaran a su hermana. Y, sí, Olivia se lo quedó y fue nominada a los Óscars como secundaria, premio que se llevó Hattie MacDaniel con toda justicia por representar a la Mamie negra que cuida de Scarlett.
El papel secundario que la llevó muy alto.
La hermana menor:
Joan Fontaine nació el 22 de octubre de 1917. Con quince meses de diferencia entre las hermanas de Havilland, siempre hubo rivalidad, cosa que se agudizó al convertirse en adultas y rivales. Muy joven aparece en su primera película en la RKO, estudios para los que queda contratada en pequeños papeles a la sombra de Fred Astaire y Ginger Rogers, entre otros. Una noche coincide con el productor David O. Selznick, que acaba de producir lo que el viento se llevó, y comienzan a hablar de una novela de Daphne du Maurier que O. Selznick piensa llevar al cine de la mano del director británico Hitchcock. Impresionado el productor ante la preparación de la joven, pide a Joan Fontaine que se presente a las pruebas para protagonista, y así Joan Fontaine se hace con el papel principal de Rebeca junto a Lawrence Olivier y la inquietante Judith Anderson como señora Danvers. Es la primera película de Hitchcock en los EEUU. Joan Fontaine, su primera rubia americana-aunque fuera inglesa- con boquilla, está estupenda como chica atemorizada, en parte porque Lawrence Olivier, que era un pequeño cabroncete, deseaba echar a la pobre Joan para que su papel se lo quedara su chica, Vivian Leigh, así que se dedicó a maltratar a la pobre Joan, cosa que Hitchcock aprovechó para sacarle todo el jugo interpretativo. Los Óscars favorecieron a sir Olivier y a Judith Anderson, y Joan no pasó de la merecida nominación. Aunque en España siempre será recordada porque sus chaqueticas de punto de niña buena se llaman “rebeca”, como la peli, como el personaje fantasma de la primera mujer del viudo Olivier, ya que, por lo que se refiere a la segunda esposa, tanto en el libro como en el film, a pesar del protagonismo, carece de nominativo.
La segunda señora de Winter acongojada por la sra. Danvers.
Los problemas entre las hermanas se agudizaron al año siguiente, cuando las dos eran candidatas al Óscar como mejor actriz: Olivia por Si no amaneciera de Mitchell Leisen, y Joan por Sospecha de Hitchcock. Se cuenta que Olivia de Havilland se ofendió una barbaridad cuando Joan Fontaine , la ganadora, le hizo el feo de rechazar su felicitación mientras subía a recoger el trofeo. Parece ser que ni la miró al cruzarse con ella. Otra puñalada más en su azarosa relación. Joan fue nominada una tercera vez a los premios hollywoodienses, en 1943 por su papel en la ninfa constante. Por su parte, Olivia de Havilland, después de ver frustradas sus dos candidaturas anteriores, se hizo por dos veces con el galardón, en 1946, por Vida íntima de Julia Norris, y en 1949 por la heredera, además de ser nominada en 1948 por Nido de víboras.
Joan Fontaine mejor actriz por Sospecha.
Las hermanas seguían sus vidas sin hablarse, Olivia, además, plantándole cara a la política de los estudios, pues consideraba que la Warner le daba papelitos sosos y les puso un pleito, que ganó, con lo que muchos actores le estuvieron agradecidos pues podían hacerse cargo de sus carreras sin que los estudios mangonearan debido a lo que habían firmado al contratarlos. Olivia, además, después de rodar en la Europa en reconstrucción de los años 50, se estableció en Francia, por matrimoniar con un galo, donde sigue habitando, mientras su hermana continúa residiendo en California. Ambas hace años que están alejadas tanto del cine como de la televisión. Como ya he mencionado antes, su última enganchada fue con motivo del funeral de su madre, pues las dos se acusan mutuamente: Joan de no ser avisada por parte de Olivia y Olivia de que Joan rechazó el aviso, aduciendo mucho trabajo. En fin, puede que sea la fuente de su longevidad, quién sabe, pues no falta quien dice que si continúan vivas es por la secreta felicidad de sobrevivir a la otra.
Olivia ganadora por la heredera.
Un último curioso apunte en esta pequeña joya del cotilleo hollywoodiense de los años dorados. Olivia de Havilland fue Lady Marian junto al impagable marido de bisexuales y alcohólico reconocible Errol Flynn en el año 1938,
Lady Marian y Robin Hood.
y Joan Fontaine tuvo un papel de la misma época y lugar cuando se convirtió, en 1952, en la Lady Rowena de Ivanhoe, novela de Walter Scott, donde aparece fugazmente Robin de los bosques, aunque el prota lo encarnara Robert Taylor, y el papel de Rebecca, la judía, lo bordara Elizabeth Taylor. Por cierto, y para ser mala del todo, por si alguien tiene en mente la voz que dobló a la Taylor en esta película, que es la misma chirriante y desagradable que dobló a Olivia en lo que el viento se llevó, en la versión de la España más franquista. ¿Alguien no recuerda esa voz chillona y ñoña? ¡Qué repelús!
Lady Rowena y Rebecca