Hace un par de días salieron las nominaciones a los premios de la Academia, o sea, los "Óscar" de toda la vida. Como ya sabemos, estos premios desde hace unos años no son un reflejo del cine, sino de lo que "toque" en el momento. Así, fueron hace unos años una muestra del poder del ahora caído en desgracia Harvey Weinstein, cuando Miramax dominaba la gala, mientras que en los últimos tiempos, hemos visto como se volvían "políticamente correctos", algo que no sólo les afectó a estos premios, provocando galas tan "afines" a la política correcta, que aparte de la polémica del reparto de premio, hacían que la fiesta se volviera larga y tediosa...la verdad, es que quien supo retratar mejor que nadie esta época que vivimos fue Ricky Gervais en su última presentación de los Globos de Oro (verlo en los premios de la Academia hubiera sido impensable).
Entre las nominaciones, ha habido sorpresas, y una de ellas, ha sido el "supuesto" reconocimiento de los miembros a los "blockbusters", con nominaciones a las secuelas de Ávatar y Top Gun, dando valor a que son los films, independientemente de su valor cinematográfico, que han logrado mover a los espectadores a las salas de cine tras la terrible pandemia.
Me quedo con la secuela de Top Gun, porque de las dos, es la que he visto, y siempre he sentido reticencia por ese James Cameron "Zen" que nos contó Pocahontas con seres azules. Y me quedo con este "Maverick" para hablar de su protagonista: Tom Cruise.
Y es que Top Gun: Maverick, al contrario que la original que fue una hija de su generación (clásico producto videoclipero y ochentero de Tony Scott), se nos ofrece un espectaculo básico pero más atemporal, que cae directamente sobre los hombros de Cruise, al que considero la última "gran estrella" del cine actual, una "rara avis", que se pone encima el peso y control de la producción para ofrecer al público un espectaculo, que aunque sea una secuela, rompe las reglas del Hollywood actual (superhéroes, corrección), mientras que por otro lado, sigue la estela del mismo (continuaciones, nostalgia), con una historia poco "original" que emociona si te dejas llevar por ella, como en todo buen blockbuster.
Tom sigue estando aquí, aún a sus 60 años, como la "estrella" con la que tienes cierta seguridad que si entras a ver una película, disfrutarás. Con una carrera bien asentada, y con roles de lo más diversos y emblemáticos, desde los años 80, mayoritariamente como héroe (La Tapadera, Mission Impossible, Algunos Hombres Buenos), alguna experimentación (Magnolia, Eyes Wide Shut) o con villanos emblemáticos (Entrevista con el Vampiro, Collateral), sabemos que podemos confiar en él, como en esos héroes que nos regala los últimos años, para rescatar el cine.
Aunque eso no quiere decir que su trayectoria no haya tenido batacazos en los últimos años como ese intento de resurrección del "Universo de los Monstruos" con su temible Momia, sus Jack Reachers; al final ganan ahí sus momentos de ciencia ficción como Oblivion, o Al Filo del Mañana, donde además, se reía de su faceta de "all American heroe", protagonizado a un cobarde que sólo quiere sobrevivir, al menos al principio. Y es que quizá, la comedia más pura es lo que vemos menos en la carrera de Cruise, y eso que lo intentó con un cruce con su clásico "héroe" en la divertida y ligera Noche y Día de Mangold (que quizá aquí a algunos les gusta poco por lo que le vuelve a hacer a Sevilla tras Mission Impossible II). Lo que está claro es que sus mejores momentos cómicos han sido el cameo de "Austin Powers: Miembro de Oro" o su secundario Les Grossman en la descacharrante Tropic Thunder (que quizá sea una buena representación de lo que se esconde en el Hollywood más oscuro y babilónico).
Tom es por tanto, y casi siempre, el valor seguro para ver al héroe y la aventura, y sobretodo cuando lo vemos hacer sus propias secuencias de acción, que nos hacen dudar de su cordura, como nos ha mostrado en los últimos rodajes de Mission Impossible (que personalmente espero con ganas, ya que su colaboración con McQuarrie ha conseguido que esta saga sea lo que James Bond debería ser en el siglo XXI sino viviera con traumas). Su locura por el cine y por el espectador, como el mismo ha explicado muchas veces, es su motivación, por dar lo que quiere el público cuando coge sus palomitas y su refresco al entrar en una sala de cine y pasar un momento emocionante. Esto llego a ser muy claro cuando se hizo público un enfado del último rodaje de esta saga, en la que explicaba las implicaciones de paralizar un rodaje (por no respetar lo acordado en medidas contra el Covid), de cara a la industria y al público.
Tom podrá gustar o no, podremos juzgarlo a nivel personal, o lo que queramos, pero lleva 40 años como la promesa que se hizo el héroe, el actor y la que espero que no sea "la última estrella del cine". Como le recriminan en Top Gun: Maverick: "El fin es inevitable, Maverick. Tu especie se va a la extinción", a lo que él responde: "quizá así sea. Pero no hoy".
Y así lo espero yo.
Carmen R