No es la primera vez
que publico algo sobre esta peli. Sin dedicarle, como ahora, un artículo
entero, la nombré hace unos diez años, cuando regresé de un viaje por los
Estados Unidos y recopilé en un post todas las pelis que me habían venido a la
cabeza durante mi estancia en Filadelfia.
Ahora, tras haberla
visto por millonésima vez en la tele y no aburrirme nunca, me pregunto por qué
nunca le he dedicado más líneas, siendo como es una de mis pelis favoritas de
siempre.
Pero empezaré
explicando por qué es mi favorita; o una de mis favoritas.
En primer lugar, por
su protagonista, Harrison Ford (una debilidad que tengo); luego, por su
director, Peter Weir, a quien debo otras dos pelis que me gustan mucho (“El show de Truman” y “Matrimonio de convivencia”) y otras muchas más que
no me gustan tanto; por su guion y su highconcept, tan originales; y por la
escena del baile en el garaje mientras suena Don't Know Much About History, de Sam Cooke.
Sea como sea, ahora
me apetece hablar, para empezar, un poco, de su reparto, en el que voy a destacar
a dos estrellas malogradas y un
debutante.
Una de las estrellas
malogradas es Alexander Godunov.
Nacido en la extinta Unión Soviética en 1949, fue una de las más grandes
estrellas del ballet Bolshoi, hasta que en 1979, cuando tenía treinta años, durante
una gira, pidió asilo político en los Estados Unidos y no regresó a su país
nunca más. En América continuó su carrera de bailarín y seis años después
debutó en el cine, precisamente con esta peli, Único testigo. Tras este éxito, participó en otros cinco filmes
más, incluida una entrega de La jungla de
cristal, y en 1995, con tan solo cuarenta y cinco años, murió de una
cirrosis provocada por su adicción al alcohol. Dios lo tenga en el paraíso de
los hombres bellos y desdichados.
La otra estrella
malograda, aunque no tanto (al menos sigue viva), de Único testigo, es KellyMcGillis.
De hecho, Único testigo fue la segunda peli de esta actriz californiana que
luego brilló en Top Gun y en Acusados y ahí se acabó la historia,
porque el resto de los filmes que hizo pasaron sin pena y sobre todo sin
gloria. No porque McGillis no tuviera talento ni presencia, no porque no fuera
una maldita reinona ni un hermoso animal cinematográfico, sino porque, según
dicen, se declaró públicamente lesbiana, se lio con Madonna (eres mi ídola,
Kelly, cariña), se negó a operarse para parecer más joven y eso a los señoros
productores de Hollywood no les hizo gracia. Pues nada, que Dios tenga a
McGillis algún día muy lejano en el paraíso de las señoras que merecen mucho la
pena.
Y, para acabar, el
debutante, como todo el mundo sabe, es Viggo Mortensen; de los tres que
he destacado, sin duda el más estrella y el que mejor currículum ha hecho, sí, pero
en 1985 era todavía un pipiolo sin demasiado lustre. Nacido en Nueva York de
familia danesa, vivió mucho tiempo en Argentina y por eso habla castellano
mejor que yo y tiene una pareja española. Como digo, debutó en el cine con Único testigo en un papelito mínimo,
pasó igualmente desapercibido en Pánico
en el túnel y en La teniente O’Neil,
pero luego llegó El señor de los anillos
y de ahí en adelante todo fue triunfar.
Único testigo recibió ocho nominaciones al Oscar y
ganó dos. Tuvo mucho éxito, pero su principal repercusión no fue
cinematográfica, sino turística.
La película dio a conocer al mundo (y quien dice al mundo dice a mí, que soy una inculta) que en
estado de Pensilvania, cuya capital es Filadelfia, existía una comunidad
religiosa rural, la de los amish,
caracterizados principalmente por su vida sencilla, sus vestimentas modestas, recatadas y tradicionales y su resistencia a adoptar
tecnologías modernas, incluida la electricidad.
Nacidos como
comunidad religiosa en Suiza, en el siglo XVI, y arribados a América en varias
oleadas de inmigración, ya a finales del siglo XX, a la comunidad amish no le hizo gracia Único Testigo. Su Comité Nacional se
temió que sus pueblos fuesen inundados por turistas, cosa que efectivamente
sucedió, a pesar de que, poco después, el gobernador de
Pensilvania renunció a promover más rodajes en los pueblos amish.
Así y todo, yo piqué.
Cuando estuve por aquellos lares, me di una vuelta por el condado de Lancaster y
me encontré con una cierta infraestructura turística a su alrededor y a
paisanos que se tapaban la cara al acercárseles un coche, para no salir en las
fotografías. Conseguí retratar algunos de sus famosos y peculiares carros de
caballos y unas cuantas de sus típicas vestimentas tendidas al sol a las
puertas de una granja. Podéis verlas en el post sobre Filadelfia que os he citado antes, pero aviso que no son gran cosa. No pude hacer grandes fotos. Y lo acepto. Los amish no me deben nada y no son monos de feria.
Y esto es lo que me
apetecía contaros sobre Único testigo.
Hasta la próxima vez que la den en la tele y que la vuelva a disfrutar, se
despide vuestra amiga
Esta serie, producida por la BBC en los 70, sigue siendo una joya.
Está basada en una novela del mago del espionaje John le Carré, El topo –que también inspiró la película homónima de 2011– y cuenta con un reparto de excepción con Alex Guinness, como protagonista, a la cabeza.
En plena guerra fría, Control, todopoderoso número uno del MI6, encarga al veterano Jim Prideaux una misión tan secreta que no debe enterarse nadie en el “Circus” (nombre familiar de la institución). Viajará a Checoslovaquia donde un oficial del ejército checo, resentido contra la invasión rusa, está dispuesto a revelar la identidad del topo de la KGB infiltrado en las filas británicas. Control pide a Prideaux una sola palabra entre estas cinco: TINKER, TAILOR, SOLDIER, POORMAN o BEGGARMAN. Los nombres en clave de los cinco sospechosos.
¿Quiénes son?
Percy Alleline, TINKER, director de operaciones. Bill Haydon, TAILOR, jefe de personal. Roy Bland, SOLDIER, jefe de operaciones del telón de acero. Toby Esterhase, POORMAN, jefe de los “faroleros” (encargados de tareas de vigilancia y grabaciones). Y Georges Smiley, BEGGARMAN, mano derecha de Control (ni la serie ni las novelas lo dicen claramente, pero parece que Smiley era el número dos). En suma, la cúpula del Circus, después del propio Control.
Por circunstancias que es mejor no contar, Smiley, apartado del servicio, tendrá que continuar la búsqueda iniciada por Control, con la ayuda del fiel Peter Guillam. Mientras, los otros cuatro sospechosos triunfan a los ojos del gobierno con su propio topo muy cercano Karla, –cabeza de la KGB–: un agente doble cuyo nombre en clave es Merlín.
Desde el punto de vista formal, se compone de escenas muy largas de extensos diálogos, descripciones y profusión de datos y personajes con un estilo muy fiel a la novela. La complejidad del argumento y el suspense mantienen la tensión, la sensación como espectador es que no hay que dejar escapar nada: cualquier palabra, o incluso gesto, por inocente que parezca puede ser clave.
Si desarrollo de la trama es apasionante, algunos adornos muy cuidados también lo son.
Lealtades y traiciones forman el nudo central del espionaje y se tratan a fondo como merecen, pero también se presta atención a las meras fricciones entre los personajes: Esterhase no llega a ser aceptado por sus colegas más clasistas por su origen húngaro; las aventuras amorosas de Ann, esposa de Smiley, son siempre una fuente de problemas.
Y, por supuesto, las artimañas de espías. Jim Prideaux, retirado del espionaje y reciclado en maestro de una escuela de chicos, convierte al joven inseguro Jumbo en su mejor guardaespaldas sin que el propio muchacho se dé cuenta. “Jumbo, eres el mejor. Nadie sabe observar como tú”. O las artes de Peter Guillam para sacar documentos del edificio del Circus.
Por último, siendo excelente la interpretación de todos los actores y actrices, principales y secundarios, me gustaría destacar a Alec Guinness como Smiley: Guinness es Smiley. En una entrevista, John le Carré explica que era una opción tan buena que parecía imposible. Relata cómo vio maravillado la transformación del actor en espía veterano, haciendo suyos los gestos que se intuyen al personaje de la novela e imitando los del propio le Carré.
La serie tiene una segunda temporada, tan magnífica como la primera, La gente de Smiley, la lucha contra Karla sigue...
Por si había alguna duda, en Zinéfilas somos un grupo de mujeres de diverso origen y procedencia. En mi caso, vengo de Valencia, como decimos por aquí : "la millor terreta del món" y más allá de todos los tópicos y los signos de identidad asociados a nuestra cultura, si algo tenemos los valencian@s es que siempre hemos sabido divertirnos.
Hoy os vengo a hablar de una serie de televisión "La ruta" que intenta dar testimonio de una década que Valencia pasó literalmente bailando. Tal cual dice filmaffinity:
" (...)La Ruta" es el viaje de un grupo de amigos de El Perelló ,desde su despedida en una masificada Ruta Destroy en 1993 hasta el día que entraron en Barraca por primera vez en 1981 cuanto tanto ellos como "la fiesta" aún conservaban su inocencia."
A mi la ruta me pilló joven, justo en la edad en la que supuestamente podría haber hecho esa travesía de discotecas y parkings donde la gente se divertía sin descanso de viernes,a veces jueves a domingo. Sin embargo, no la viví ni siquiera de refilón, no como amig@s que sí la transitaron y hoy recuerdan con nostalgia esa magia que se vivía en medio de excesos, excentricidades, transgresiones pero por encima de todo, música y más música, hasta que el cuerpo aguante.
De la serie ,estrenada este año, os cuento que de momento he visto los 4 capítulos disponibles y en mi opinión va de menos a más. Es un flash-back que arranca desde el año 1993 hacia atrás y nos acompaña en un viaje vital de varios jóvenes que vivieron esa época con todas sus luces y sus sombras .
Si veis el primer episodio ,os sugiero que avancéis, porque aunque sea flojito, la serie va tomando pulso en los siguientes, dejándonos escenas memorables que nos ponen los pelos como escarpias, como el momentazo del joven cura vistiéndose para dar la misa con los cascos puestos escuchando la música de la ruta y dándolo todo bailando en medio de crucifijos, santos y todo tipo de ornamentación religiosa. Memorable.
No digo que sea una gran serie, de hecho aquí ya se vive con mucha controversia el rigor en muchos aspectos del relato ,cómo se hacían los controles policiales por ejemplo ¿ está reflejado tal cual fue realmente? La historia siempre será interpretable y manipulable, por lo que imagino la serie se ciñe a los testimonios de quienes vivieron la ruta y la contaron. Aún con todo, sí es recomendable en mi opinión darle una oportunidad porque es parte de nuestra historia, con mayor o menor sesgo y con mayor o menor acierto en el casting , deja constancia de un pedacito del imaginario colectivo que de alguna manera ha dejado su impronta en tod@s nosotr@s.
La dirección de la serie corre a cargo de Borja Soler, Carlos Marqués-Macet y Belén Funes y entre el reparto de actores y actrices encontramos a : Àlex Monner, Elisabert Casanovas, Claudia Salas, Guillem Barbosa, Ricardo Gómez, Sonia Almarcha, Nao Albet, Luis Bermejo, Josep Manel Casany y Rosana Espinós.
Tal cual se recoge en Espinof : " (...). Más allá del musicote, del "máquina total " y " las pastis", hay muchísimo corazón puesto a la hora de retratar ese mundo, ese desfase discotequero como válvula de escape de una (o varias) generaciones, como forma de expresión."
Creo que es importante remarcar la cuidada producción, los detalles y la huida de una idealización de la época ofreciendo en cambio una mirada de cómo era la Valencia de los 80 y los 90 al menos desde la óptica de estos personajes inspirados en quienes sí vivieron la "movida valenciana".
No quiero destripar nada ni hacer spoiler pero hay una ausencia anunciada de uno de los personajes que es clave en el guion y el relato, nos deja ver lo esencial que fueron los DJ del momento, las masas que movían y cómo algunos eran auténticos DIOSES en los tempos como Barraca, Chocolate, Puzzle, Don julio, NOD, Espiral....etc
La serie nos absorbe en una espiral de experiencias humanas ,que al final de cada episodio nos dejan con ganas de más. Espero la disfrutéis tanto o más como la estamos disfrutando aquí. Si le dais una oportunidad, me encantaría dejarais algún comentario para compartir impresiones y conversar.
Cuando generalmente hablamos de Nolan, pensamos casi de inmediato en el director Christopher Nolan, olvidnado en muchas ocasiones a su hermano Jonathan, que también contribuyó de forma sólida al éxito del cineasta. Así, la conocida Memento, que fue su película revelación a nivel mundial, fue obra de ambos, pues el guión se basaba en una historia corta de Jonathan.
Nos guste o no, Memento es una obra muy interesante para saber lo que el director traería después: personajes solitarios (sus parejas están fallecidas o desaparecidas), que no se fían de la realidad que les rodea, porque el mundo es un lugar ajeno y desconocido, tan poco fiable, como sus propias mentes. Algo que veremos repetirse una y otra vez, incluso en adaptaciones de personajes tan populares como el de Bruce Wayne, en la maravillosa trilogía del Caballero Oscuro de Gotham.
Suponemos que movido por las presiones de la introducción de Christopher en Hollywood, Jonathan no colaboró ni en Batman Begins ni en Imsomnio, pero sí en el resto de la trilogía de Batman y en el Truco Final, ese guiño a la magia y al engaño protagonizado por Bale, Johansson y Jackman. Volverían a colaborar en Interestellar, una entrada en la ciencia ficción espacial, que viviría de gozosos momentos en estos años con The Martian, Arrival o Gravity ,entre otras obras.
Para la fecha de esta última colaboración fraternal (de momento), Jonathan Nolan, llevaba ya varios años como productor, de una serie que el mismo había creado: Person of Interesest (Vigilados), emitida por una canal generalista como es la CBS, donde se pueden ver otros "procedimentales" como NCIS o el CSI. Person of Interest, avalada por la producción ejecutiva de J. J. Abrams (el "niño de oro" del momento) se unía a esta parrilla con una propuesta sencilla como la de las series anteriormente nombradas: se ayudaba a alguien en el episodio y se pasaba página hasta la semana siguiente. Pero Person of Interest, aunque superficialmente parecía hacer eso, era otra cosa muy distinta. Estaba perfectamente protagonizada por Jim Caviezel y Michael Emerson, dando vida a Reese y Finch, dos personajes complementarios: el primero era un operativo militar desencantado y caído en desgracia, y el segundo, un genio de la informática, que se había cansado de lo que había visto en este mundo, y que había creado una Inteligencia Artificial (La Máquina) para predecir crímenes a través de las imágenes y sonidos captados por las cámaras de seguridad. Finch, que odiaba que no se ayudara a la gente corriente, contrataba a Reese (con una vida traumatizada desde el 11S) y socorrían, cual Equipo A, a las personas de la calle. Así que teníamos una trama con una especie de Batman atormentado, con su Alfred Pennyworth en un papel más activo, a la que se unía la tenaz detective Carter (inolvidable Taraji P. Henson) y otros secundarios espectaculares. Pero todo era una tapadera.
Según fueron avanzando los capítulos y temporadas, la historia pasó de tratar de crímenes de la mafia, de familias o incluso políticos, a la aparición de una agencia misteriosa, complots mundiales y la evolución de la Máquina, así como de la aparición de otra Inteligencia Artificial. El relato de crímenes de la cadena CBS, se había convertido en una serie de ciencia ficción muy alejada de sus otras producciones, que hablaba de los poderes que no se ven, el sentido de la privacidad y la ilusión de la libertad en el siglo XXI, en un relato esperanzador pero a la vez crudo, sobre la lucha entre el bien y el mal, y el sabor agridulce de la derrota y el sacrificio por la humanidad. La ficción fue un caballo de Troya perfecto de Nolan, aunque CBS acabó guillotinándolo en su quinta última (y reducida) temporada.
Lo que vino a continuación fue Westworld para la televisión por cable HBO, y por tanto sin tantas cortapisas de censura de un canal generalista. Esta vez produjo junto a su esposa Lisa Joy, (guionista en Criando Malvas o Último Aviso). Basada en la obra de Michael Crichton, planteaba desde sus primeros episodios, una clara discusión moral entre el "alma" un grupo de robots que creen que son personas, y los humanos reales, que se comportan como entes vacíos de cualquier espíritu o pensamiento elevado. En este caso, y confesando que sólo he visto la primera temporada, me pareció un planteamiento inteligente, aunque por lo que he leído, parece que las siguietnes temporadas fueron perdiendo fuelle, debido al excesivo retorcimiento de tramas (algo muy propio de Nolan y que se acusaba desde la primera temporada), y el desgaste del producto, pese a un casting muy espectacular que comprendía a Evan Rachel Wood, Thandie Newton, Jeffrey Wright, James Marsden, Rodrigo Santoro, Ed Harris, Anthony Hopkins, Ben Barnes, Clifton Collins Jr. o Tessa Thompson.
Tras la producción de Reminiscencia, dirigida y escrita por Joy, con Hugh Jackman y Rebecca Fergunson, y que pasó con más pena que gloria, el matrimonio vuelve ahora, en este caso sólo a producir, la última apuesta de ciencia ficción de Prime Video: The Peripheral, una serie basada en la novela cyberpunk de William Gibson, creada por Scott B. Smith, y que nos trae un relato en dos mundos sobre una mujer (interpretada por Chloë Grace Moretz) intentando ayudar a los suyos, interfiriendo en un mundo real, pero que a ella se le presenta como virtual. La serie de momento, parece entretenida y pese a la complejidad, prima la acción sobre las discusiones más filosóficas (que también las hay), y nos preguntamos si en esta ocasión, la plataforma alcanzará el éxito que ha buscado tras los intentos de Night Sky u Outor Range, y el descalabro de Los Anillos del Poder.
¿Qué tiene por delante Nolan? Pues seguirá con la ciencia ficción y la adaptación del videojuego Fallout con el competente Walton Goggins, o la miniserie The Son con otro estupendo actor: Jake Gyllenhaal. Pero veremos si más que adaptar, vuelve a sorprendernos con una historia más personal como fue Person of Interest, o una nueva colaboración junto a su hermano, en la que notemos claramene su sello.
Llevaba una temporada huérfana de series. He empezado varias que no he llegado a terminar y no encontraba con qué calmar este apetito insaciable que siento hacia este género. Algo leí en algún sitio sobre Irma Vep, que está en HBO, y decidí probar. Gran acierto. He disfrutado mucho y, además, es corta (8 capítulos) y no admite nuevas temporadas. Eso me parece muy de agradecer, porque esta costumbre de estirar las series como chicles hasta que han perdido todo el sabor es muy lamentable. Un ejemplo de esto es El cuento de la criada que hubiera debido quedarse en dos temporadas para dejarnos la buena impresión del principio.
El director de esta serie es Oliver Assayas, del que he visto alguna peli que no me entusiasmó, como La red avispa. Por lo visto, el tema de Irma Vep le tiene fascinado porque en el 96 rodó otra con el mismo título. El asunto nace de una obra de 1915 dirigida por Feuillade que se llamaba Los vampiros. Era una película muda de 480 minutos divididos en 10 episodios y protagonizados por Musidora, una actriz y directora de la que no sabía nada y que da para hacer otra serie por la vida tan fascinante que tuvo. Los vampiros trata sobre un grupo que bajo ese nombre se dedica a robos, secuestros y asesinatos. Su jefe es el Gran Vampiro y su compañera es Irma Vep, un anagrama de vampire.
La película del 96 de Assayas la protagoniza una actriz china, Maggie Cheung, y narra el rodaje de un remake de la obra de Feuillade que resulta un fracaso y es una reflexión sobre el cine francés y sus problemas. Todo esto según he leído, no he visto esa versión.
En la serie actual vemos a Mira Harberg (Alicia Vikander), una famosa actriz de Hollywood que está harta de interpretar películas comerciales y a la que persiguen para que haga anuncios de perfume. Su vida personal no va mucho mejor y decide que le ilusiona rodar Irma Vep, en contra del parecer de su agente. El director de la serie, René Vidal (maravilloso Vincent Macaigne), es un hombre con montones de problemas psicológicos, de modo que las aseguradoras temen cubrir sus películas, y que tiene una obsesión con la historia de los vampiros, Musidora y el cine de Feuillade.
Como veréis, es muy meta todo, el cine que habla del cine, que habla del cine, pero resulta muy bien. Es posible que los toques de humor eviten que se convierta en un producto pretencioso. El rodaje de la serie es un verdadero infierno. Dan mucha pena las personas que trabajan en producción, que tienen que lidiar con un director chiflado, actores drogadictos, otros que temen que no se les reconozca tanto como a sus colegas. Miles de problemas se suceden, y da la sensación de ser bastante real. Pensé que no me gustaría nada trabajar en el cine. Será apasionante, pero dudo que sobreviviera al estrés.
El rodaje de la serie se mezcla con imágenes de la película de Feuillade y de las memorias de Musidora. A la vez seguimos las historias personales y amorosas del director, la actriz, su asistente, su antiguo novio y otros personajes relacionados con el rodaje.
Existe también un relato sobre la magia del cine, los fantasmas que pueblan los platós y poseen a actores y directores y que son imprescindibles para que sus historias nos conmuevan a nosotros, el público. Imagino que un rodaje ha de ser un mundo muy especial, muy intenso, donde se dan toda clase de emociones, luchas de egos, problemas de relación, enamoramientos y envidias. Y al terminar, todo se desvanece, ese mundo desparece como si no hubiera existido y solo queda la obra, que vive por sí misma.
Resultan también muy interesantes las sesiones del director con su terapeuta, que ayudan a explicar parte de sus fantasmas personales y sus obsesiones.
Los actores están todos fenomenal, las imágenes de la versión antigua dan muchas ganas de ver más y leer las memorias de Musidora. Además, quiero un mono de terciopelo negro y tener algunas de las capacidades de Irma Vep. Ya me veo, andando por los tejados. Claro que, lamentablemente, debería ponerme una faja enteriza para que me abrochara el mono, pero soñar es gratis.
Hoy traigo una rareza. Una peli francesa de 2013 que podría pasar por película de miedo para adolescentes típica de los norteamericanos si no fuera porque no está diseñada para que una jovencita lo pase mal y huya del asesino, como nos enseñaron en Scream. Es esta película faltan las jovencitas. Sólo hay varones que practican el sexo ocasional con otros varones en perezosas jornadas estivales a la orilla de un lago hasta que pasa algo inquietante.
La peli juega con la dualidad eros/thanatos. Esto es, el sexo y la muerte. Es una peli donde el sexo, entre varones homosexuales, tiene su peso. Se narra con mucha naturalidad. Es un elemento más de la cinta. Parece que todo va a quedar ahí, pero, no.
Cruising como un elemento más de la narración.
El desconocido del lago (l'inconnu du lac), que así se llama la peli, tiene como protagonista a Franck, un hombre joven que acude al lago donde se practica el nudismo a refrescarse y, de paso, a practicar cruising. Allí conoce a Henri, un cuarentón al que acaba de abandonar la esposa. Ambos inician una relación amistosa. Por allí se pasea un hombre guapísimo, Michel.
Sexo furtivo.
Michel es guapo y atlético. Enseguida Franck se siente atraído por ese Apolo anatómicamente bien dotado. Por cierto, esta peli no escatima en desnudos y en mostrar sexo explícito. Michel tiene un novio que le monta algunas escenas de celos. Una tarde, a última hora, cuando ya no queda casi nadie, Franck ve cómo Michel ahoga a su novio. (El spoiler es necesario y no rompe el clímax).
Franck se debate entre el miedo y el deseo. Todo ello proyectado hacia Michel. La policía, como no puede ser de otra manera, encuentra el cadáver y comienza a hacer preguntas. Franck, calla. La cosa se pone fea cuando Henri se encara con Michel y empieza el verdadero miedo.
Franck ha hecho un amigo (Henri), pero quiere algo más excitante.
El final de la peli es inquietante porque ¿Realmente es un final? Franck tiene miedo de Michel que lo busca. está solo a la intemperie. A su alrededor todo es oscuridad y ruidos del lago. Y hay un asesino rondando...
Yo no sé cómo lo hago que siempre (o casi siempre) llego
tarde a las series. A mí nunca me pasa eso de ser la primera en ver o
descubrir una serie estupenda que luego recomiendo a todo el mundo y se hace
viral. No. Jamás me ha ocurrido semejante cosa. Casi siempre llego tarde.
A The Crown llego también evidentemente tarde: años después
de que se estrenara, en 2016, y meses después de que mi compañera Troyana, en
febrero de 2022, escribiera un magnífico artículo sobre la serie en este blog
que nos une.
Tarde, pues, pero ordenadamente, comienzo a ver The Crown por la
temporada uno, con ansia viva por llegar a la cuarta y de momento última, que
es la que narra los acontecimientos de mayor salseo (como decía Troyana) y más
papel couché y diría también que seguro que ha sido la más difícil de hacer; de hecho, cuanto
más frescos y recientes son los acontecimientos narrados, más complicado se
hace recrearlos en la ficción, pues la cercanía enmaraña la repercusión. Así y
todo, siendo la temporada más delicada y la más ardua, para mí ha sido
también la mejor.
Quiero destacar de entrada a dos auténticas diosas de la
interpretación: la primera, Helena Bonham-Carter, pues reinventa genialmente a
Margarita de Inglaterra, esa figura trágica y mediática, buen precedente de
Diana de Gales; la segunda, Gillian Anderson, casi irreconocible, una vez
adaptados el cuerpo y el alma de Margaret Thatcher. La interpretación de
Anderson es un poco bastante deudora de la de Meryl Streep en The Iron Lady, pero, así y todo, me quedo con ella, pues creo que
comunica mucho mejor que Streep la personalidad fascinante, complejísima y una
pizca psicópata de la tremenda señora Thatcher.
Una vez nombradas esas dos monstruas, no quiero dejar de
citar a Olivia Colman, quien encarna a la reina Isabel II en su edad madura. Su
interpretación no tiene más remedio que ser contenida y de no gran lucimiento,
pero resulta muy adecuada.
No pasa desapercibida la escena de sororidad entre ambas
mandamasas, una vez que Thatcher es traicionada por los señoros de su partido.
Cuando dos mujeres están en la cumbre, cosa que ha pasado muy pocas veces en la
historia, la misoginia popular acostumbra a inventar enfrentamientos,
rencillas, envidias y malos rollos entre ellas y el relato de los medios
dominantes apuntala tales rumores, los propaga y los intensifica. Por eso me
parece destacable y clarificadora la escena del encuentro final entre ambas
dirigentas. No doy más datos. Si habéis visto la serie, sabéis a qué me
refiero. Si no la habéis visto, la veis y punto.
Por cierto, The Crown cumple sobradamente con el test de Bechdel. Quién nos iba a decir que sucediera tal cosa en un ambiente tan rancio
como el de una monarquía (o LA monarquía) europea.
Acabo este articulito contándoos por qué me ha gustado The Crown, aparte de por el salseo y por las actrices excelsas que os he nombrado en los párrafos
anteriores. Primero, porque sin ser yo de nunca una amante de la historia (echo
balones fuera y digo que me la enseñaron mal, solo datos y fechas, y no me la
explicaron ni me hicieron apreciarla), la serie me ha obligado (bendita
obligación) muchas veces a echar mano de la Wikipedia para contextualizar
acontecimientos que narraba, como, por ejemplo, la catástrofe de Aberfan o el atentado contra Lord Mountbatten. Creo que con The Crown he aprendido más
historia del siglo XX que en toda mi enseñanza básica y bachillerato juntos.
Y la otra cosa que me ha enganchado y pasmado de The Crown
es su total atrevimiento, su valentía al tratar asuntos verdaderamente
delicados de la familia real británica. El príncipe Carlos, por ejemplo,
aparece como un vulgar maltratador psicológico de su exmujer: no tiene escrúpulos
a la hora de mostrarla al mundo como una desequilibrada y manipula y retuerce
sus argumentos para que Diana sea la malvada y él la víctima. Carlos es un
verdadero villano; solo lo salva la dignidad de su amada Camilla Parker-Bowles.
Otro asunto fastidiado que aborda sin tapujos es el de las primas de la reina Isabel: dos hermanas con cierto grado de discapacidad, encerradas de por vida en un
psiquiátrico y dadas oficialmente por muertas.
Me pregunto cuántos siglos deberán transcurrir antes de que
se produzca una exposición semejante de la familia real española. Me pregunto
incluso si se producirá alguna vez y me inclino a decir que no.
Leo que ya está filmada o a punto de rematarse una quinta
temporada de The Crown, que se lanzará en noviembre de 2022, y ya estoy
impaciente. Más impaciente aun, cuando leo que con mucha seguridad habrá una
sexta. Es la mayor satisfacción (si no la única) que me ha dado la monarquía en
toda mi vida de republicana convencida.
Hablando de ficción, si hay algo mejor que un drama judicial, es un drama judicial con personajes de carne y hueso. Es lo que ofrece la serie británica The Split (separación), creada por la prestigiosa dramaturga y guionista Abi Morgan (The Hour, River, Sufragistas...). Aunque resulten fascinantes series como The Good Wife o la maravillosa Ally Mc Beal en las que los juristas pertenecen a una élite sofisticada e inalcanzable, esta saga sobre una familia de abogadas matrimonialistas, se distingue por la verosimilitud de sus protagonistas. La sensación de que quizá podrías conocer a alguna de ellas por algún asunto legal o simplemente por haber coincidido en una reunión del colegio de tus hijos.
El personaje central es la hermana mayor, Hanna Stern, quien al principio de la primera temporada sorprende a todos –y desencadena la tormenta– con una drástica decisión (no revelaré cuál). Interpretada por la actriz Nicola Walker, Hanna es una persona comedida que aparentemente siempre hace lo correcto, casada con otro abogado y madre de tres hijos. Una mujer tan carismática dentro de su contención que cae bien incluso cuando se equivoca.
Como es habitual en las series de abogados, en la trama se entremezclan tres hilos: el de los sucesivos clientes que acuden al despacho, el que se enfoca en el propio bufete con sus rivalidades, desafíos e incluso traiciones, y, por último, el que sigue la vida personal y familiar de las abogadas, que es el que tiene mayor peso y nos permite conocer las complejidades de la relación de Hanna con su madre, Ruth, y sus dos hermanas Nina y Rose.
Déborah Findlay da vida a Ruth Defoe, la matriarca del clan. Su fuerte personalidad es casi inevitable. A mi modo de ver, lidera la familia y el despacho con una rigidez que admite poca discusión porque tiene que liderar la familia y el despacho. Sucede con ella igual que con Hanna, no cae en el estereotipo, sino que afloran sus razones y, puntualmente, algunos matices inesperados muy enriquecedores.
La hermana mediana, Nina Defoe, está encarnada por la actriz Annabel Scholey. Podría parecer que de las cuatro protagonistas es el personaje menos relevante, pero, creo que, en realidad, eso es un logro, un éxito de su papel de “segundona”. Su lugar es el segundo plano: sin alcanzar la perfección de su hermana mayor ni el espíritu libre de la pequeña, y, por supuesto, a las órdenes de su madre. Con una historia sentimental no muy afortunada y algunos problemas muy bien apuntados, la veo como un personaje no explotado del todo. Creo que en temporadas futuras su trayectoria podría dar mucho juego.
Por último, Fiona Butonn interpreta el papel de Rose Defoe. La hermana pequeña no es abogada. Se mueve entre la dulzura y la ingenuidad, el encanto y el optimismo. Cree en la bondad y no acepta injusticias de ninguna clase, pero sin interesarse por algo tan aburrido como el derecho.
Como comentaron las actrices en una entrevista, es una serie que habla de la familia y las relaciones familiares, quizá más que de asuntos legales, con el trasfondo de la separación que define el contexto de toda la saga: la de los padres muchos años atrás, cuando las tres hermanas eran todavía pequeñas. La gestión de divorcio por la experta matrimonialista, con sus aciertos y sus errores, será la clave que definirá su futuro mucho más allá de lo que todas ellas son capaces de asimilar.
Almudena Fernández Ostolaza
Hace tiempo leí que el canal Paramount + iba a hacer una serie basada en el "rodaje" de un clásico del cine, que ellos mismos produjeron, y que ese film al que se haría homenaje iba a ser "El Padrino", una de las grandes obras del séptimo arte. En un época con tan poca imaginación y en la que los tributos resultan ejercicios más de egocentrismo por parte del que los hacen, me temía lo peor, especialmente, tras el último de los Óscar de este año a este gran film, con unas canciones que no hacían justicia ni a la BSO de Nino Rota ni al universo de Coppola y Puzo. Pero pasó el tiempo, y aquí estamos y "The Offer", es quizá una de las miniseries más interesantes que he visto en mucho tiempo de "cine dentro del cine", o en general, debido a la sobresaturación de la industria audiovisual con productos repetitivos, carentes del ingenio de esta serie.
"The Offer" es un ejercicio dinámico sobre el proceso de creación artística basado en las memorias del productor Albert S. Ruddy, en la que como buena ficción que es, habrá mucho de imaginación unido a interesantes datos reales. El papel principal, el de Ruddy, fue a caer a manos de Milles Teller (segunda opción tras el desgraciado asunto alrededor de Armie Hammer, que perdió el papel), y la verdad es que toma al personaje en sus manos con brío y fuerza, pero es que lo primero en lo que te fijas en esta serie, es lo bien elegidos, en general, que están los actores, y lo espectaculares que resultan para sus roles. Juno Temple está maravillosa como Bettye McCartt, la secretaria que es mucho más que un florero como veremos, Dan Fogler, es un bajito pero correcto Coppola, Burn Gorman está esplendido como el directivo Charles Bluhdorn, con su eterno acompañante Barry Lapidus, repelentemente interpretado por Colin Hanks. Tampoco se pueden olvidar los mafiosos de la obra como son Giovanni Ribisi (Joe Colombo) y Jake Cannavale. Pero resalta sobretodo un espectacular Matthew Goode, como el productor y directivo de Paramount, Robert Evans, un papel goloso para cualquiera, que Goode hace totalmente suyo, aportando con genio, las posibles luces y sombras de este hombre del espectáculo. Y quizá lo tienen mucho más difícil, los actores que hacen de actores, como Justine Chambers (Brando) o Anthony Ippolito (Pacino), que deben inteprretar unos actores que conocemos de sobra a lo largo de los años, y son parte de nuestro imaginario colectivo.
¿Pero merece la pena una serie sobre cómo se hizo una película aunque quizá no llegue al nivel de la misma? Evidentemente sí, y supongo que la disfrutarás más si no eres fanático del Padrino. Si ya conoces los entresijos de este rodaje, quizá pongas en tela de juicio alguna libertad creativa que se hayan tomado los guionistas. Si como yo, conoces poco de las relaciones "mafiosas" con esta película, de la liga de la defensa italiana, seguramente te sorprendas, pero no sólo hay eso. Esta serie va mucho sobre lo que era Hollywood entonces, en ese momento de cambio, donde los grandes estudios habían perdido el control de la época dorada, y formaban a ser parte de conglormerados industriales. También de lo que es hacer una película y tener que coordinar los dramas que surgen entre los miembros del equipo (no sólo actores), y a la vez, tener que controlar el presupuesto, mientras tu vida, se puede ir al garete, porque te pasas más tiempo fuera que con tu pareja. De la amistad improbable que puede salir de un interés, y las diferencias entre personas de mundos muy diferentes...Si adoras el "cotilleo", aquí tendrás grandes momentos, entre personajes reales y su buena o mala relación. Hay quizá un poco de todo para todos: cine, morbo, mafia, sentimiento de familia, el deber, y el hacer negocios, en un envoltorio que no es perfecto como "El Padrino", pero sí notable.
Para mí, esta miniserie de Michael Tolkin, ha sido un auténtico disfrute en 10 episodios. Algo hecho para adultos, pero no porque haya sexo o violencia, si no porque hacía tiempo que no me trataban como un espectador mayor de edad. Vivimos en una época sin imaginación, con productos bien formulados desde salas de juntas, basados en parámetros casi escupidos por un ordenador, sin ingenio, hechos por guionistas que se basan en un algoritmo y ya no saben crear, y que se olvidan rápidamente. Parece que el conglomerado ha ganado. Es todo lo contrario a lo que veremos en esta historia, que nos viene a decir que sólo si se es valiente se puede llegar a hacer algo que perviva, aunque los burócratas economistas y la "industria" se ponga en tu contra. No sé si "The Offer" vivirá por los menos 50 años como su homenajeado "Padrino", pero sí puedo decir que, si te gusta el cine, es una "oferta que no se puede rechazar".
Mi hermana me alegró la semana. No sé si habéis tenido la sensación de hambre de series que te enganchen, ese vacío inexplicable de cuando has disfrutado como una perra de algo realmente bueno y os parece que hace como un siglo que no habéis experimentado algo que se le parezca.
En ese contexto de " hambre cinéfila" recibo un mensaje de mi hermana muy escueto: "busca la serie Las de la última fila, te va a gustar " y así, con este curiosidad no caduca que me caracteriza me lanzo a la búsqueda y sí, por fin, me encuentro una serie vital, feminista, un alegato a la sororidad y a la amistad, a libertad individual y a la diversidad. Aleluya.
Os diría que esta mini-serie de escasos 6 episodios nos habla del viaje de 5 amigas treintañeras poco antes que una de de ellas inicie un tratamiento para combatir un cáncer.
Éste el punto de partida para una road movie cuyo hilo conductor será el juego de los deseos : ¿ qué te gustaría hacer si te quedara poco tiempo de vida? . Se trata de ir sacando de una caja ,diferentes deseos anónimos que se han de ir cumpliendo uno a uno por todas mientras dure el viaje. Las chicas en cuestión son:
Sara ( Itsando Arana), Alma (Mónica Miranda), Carol ( María Rodríguez Soto), Leo (Mariona Terés) y Olga (Godeliv Van den Brandt) constituyen el reparto principal bajo la dirección de Raúl Sánchez Arévalo de este relato que encuentra un equilibrio perfecto entre el drama y la comedia.
Una historia emotiva, repleta de buenas canciones indies que te hará reír o llorar a partes iguales y desearás que no acabe nunca.
Os dejo 5 razones por las que esta serie me ha encantado:
1) personajes bien definidos, historias variopintas , cada mujer es un universo diferente pero la premisa es que en este viaje es que se van a sentir LIBRES Y EMPODERADAS y por ello, este viaje marcará el resto de sus vidas para siempre.
2) porque hay algunas actrices que me creo más que otras, me mojo y comparto mis favoritas, que me parecen las más auténticas y honestas, y es como si no estuvieran actuando:
Leo (Mariona Terés) y Carol ( María Rodríguez Soto)
y ojo a tod@s l@s actrices y actores que aparecen haciendo cameos porque no tienen desperdicio: Michelle Jenner, Carmen Machí ,Macarena García o Javier Rey..... por no mencionar a la mismísima Rigoberta Bandini.
3) la banda sonora es una auténtica delicia para los amantes de la música indie, así encontramos canciones de Rigoberta Bandini, Najwa , Zahara ,Joe Crepúsculo,la Casa Azul, la la love you ....entre otros.
4) los mensajes de SUPERACIÓN Y SORORIDAD son la clave de esta película fresca, alegre, triste, vital que planea por todo un registro de emociones pero que nos deja con buen sabor de boca pensando cuándo piensan estrenar la segunda temporada.
5) y sí, porque es pro LGTBI+ y una de las historias es tan bonita y tan especial que ya me diréis si le daríais otro desenlace o lo dejaríais tal cual.
Si después de todo esto, no os he convencido, pues tampoco pasa nada, pero si por alguna de aquellas , he despertado vuestra curiosidad y decidís darle una oportunidad, me encantaría compartir impresiones con vosotr@s aunque sólo sea para ver cual de tod@s los personajes os gusta más.
Este año hemos tenido un Festival de Cine de San Sebastián maravilloso. Ya no había restricciones debido al COVID, podíamos estar sin mascarilla, la selección de películas ha sido muy buena, hemos visto pocos ladrillos y, además, ha hecho el típico tiempo bueno de septiembre en la ciudad: sol, mañanas frescas y mediodías agradables. Este año modificaron la compra de entradas y los acreditados pudimos conseguirlas unos días antes y todas de una vez, lo que nos ha facilitado mucho la vida. Vamos con lo que hemos visto.
Me perdí Modelo 77 que inauguraba el festival, pero espero verla en esta Semana del cine.
Mi primera película fue En los márgenes, de Juan Diego Botto. Es una trama en torno a los desahucios con diferentes personajes involucrados que tocan distintos aspectos. Las interpretaciones son muy buenas, la historia es interesante, hay algunos momentos un poco moñas, pero en conjunto está bien y es importante que ese tema se trate, que parece que ya se pasó el problema y se siguen produciendo muchos todos los días. Quizás no es un peliculón, pero está bien.
No puedo seguir un orden cronológico porque mi vida esa semana es como un túnel lleno de películas y solo sé cómo empiezo y cómo termino. Voy hacer solo crónica del cine español, que hubo mucho y bueno, porque en esta edición vimos tantas pelis que no me caben
. La que menos me gustó fue Girasoles silvestres, aunque los actores están muy bien. Nos cuenta la historia de Julia, una joven separada y madre de dos niños. La cuenta a través de su relación con tres hombres y quizás es eso lo que me rechinaba. Se supone que presenta a tres tipos de masculinidades: el violento, el inmaduro y el responsable (más o menos). Lo que no queda tan claro es cómo es ella y por qué se busca siempre en espejos masculinos. Qué queréis, a mí me ha parecido una visión muy masculina de los problemas de una mujer y eso no me ha gustado.
Suro, en cambio, me encantó, pese a tener bajas expectativas. Una pareja joven de arquitectos decide irse a vivir al campo, a una casa heredada que tiene unos campos de alcornoques. Sin saber nada del tema deciden explotar la finca. Su forma de entender el mundo, su ideología y su relación de pareja van a verse amenazadas por una realidad mucho más compleja de lo que esperaban. Vicky Luengo está impresionante, Pol López también está muy bien y el resto de reparto es fantástico (no sé si son actores de verdad, parecen llevar toda la vida pelando alcornoques). No es nada maniquea y presenta muchos aspectos diferentes de los personajes. No os la perdáis y apuntar el nombre de Mikel Gurrea.
Yo no vi La consagración de la primavera, de Fernando Franco, pero a mi compa le encantó. Le pareció novedosa, por el tema que aborda, valiente por
contarlo sin tapujos y a la vez muy delicada y sutil. Cuenta la historia de Telmo, persona con parálisis cerebral, y de Laura, una joven estudiante
llena de inseguridades que trata de encontrar su camino en el mundo de las relaciones afectivo sexuales. Por casualidad sus vidas se cruzan. La película nos recuerda, ya que parece que lo olvidamos, que las personas con diversidad funcional, en este caso con parálisis cerebral, son seres sexuados y nos muestra la gran dificultad que tienen para satisfacer sus necesidades sexual afectivas. Telmo Irureta (Daniel) está formidable. Tiene una risa muy contagiosa y nos muestra a una persona segura de sí misma. Valeria Sorolla (Laura), se muestra más vulnerable, pero con capacidad de tomar decisiones valientes para encontrar su camino. Destacar también la buena interpretación de Emma Suarez en el papel de madre y gran soporte de Telmo.
La maternal, de Pilar Palomero, es una joyita. Por lo visto el tema adolescentes le interesa a esta directora. En esta ocasión nos muestra a Carla, una niña de catorce años conflictiva que vive con su madre (que no lo ha tenido mucho mejor). Cuando la trabajadora social se entera de que está embarazada de cinco meses, la llevan a un centro para madres menores de edad. Las historias de las jovenes tuteladas ponen los pelos de punta, a la vez que tienen a ratos la alegría y la frescura de la niñez. Ser madre nunca es fácil, pero si te pasa a los catorce años y en un entorno desfavorable, ya es tremendo. Está muy bien reflejado ese vaivén entre querer ocuparse del niño de forma independiente y la incapacidad para asumir la carga. Carla Quilez es un portento, oiremos hablar de esta chica. Ángela Cervantes también está muy bien.
Muy interesante El sostre groc, un documental sobre los abusos sexuales en el Aula de Teatro de Lleida. Las que fueron alumnas y formaron parte de un grupo de teatro para jóvenes que dirigía Antonio Gómez (también profesor y director del Aula de Teatro) tardaron muchos años en entender que aquello habían sido abusos porque no hubo violencia. El profesor era un hombre carismático que seducía a las menores, proponía ejercicios de tacto en clase con la luz apagada en los que él también participaba, aprovechaba los viajes para repartir las habitaciones a su gusto... Las chicas se debatían entre la vergüenza y la culpa, temían que si denunciaban se cerrara la escuela y necesitaron años para elaborar lo que sucedió allí. Para cuando se decidieron a denunciar, los delitos habían prescrito y Antonio Gómez dejó la escuela con una indemnización de casi 60000 euros. Me ha impresionado porque recuerdo haber vivido una experiencia similar en una escuela de teatro a la que acudí de joven, de menor importancia, pero recuerdo perfectamente la incomodidad que me producían los masajes de un profesor. Incomodidad que yo achacaba a no ser bastante "moderna". Menos mal que el mundo está cambiando. Documentales como este visibilizan un problema mucho más extenso de lo que parece.
Un gran descubrimiento fue A los libros y a las mujeres canto de María Elorza. Iba con cierto miedo a ver este documental. Nuevos directores, este título tan largo... ¿sería una cosa mística? Estaba dispuesta a mentir, porque yo soy muy mirada con los nuevos directores, pero no hizo falta. Me encantó. Al principio aparece una frase de Virgilio que dice "amo a la guerra y a los hombres", lo que explica el título de la película y le da un maravilloso valor. Y eso es, un canto a los libros desde muchos aspectos y a mujeres lectoras muy diversas y muy cercanas a la directora. Todas ellas fascinantes. A veces lo maravilloso está cerca de casa. Y María Elorza hace de Sherezade y te lleva de la mano en un viaje íntimo y precioso. Os aseguro que oiréis hablar de esta directora.
Y para acabar, vamos con una serie: Apagón. Cada capítulo está dirigido por un director: Rodrigo Sorogoyen, Raúl Arévalo, Isa Campo , Alberto Rodríguez e Isaki Lacuesta. Lo de ver una serie en el festival tiene su cosa, porque estar cuatro horas sin moverte ni para hacer pis es muy meritorio. Pero las monas somos así, nos gusta sufrir por el cine y las series. Además, las anteriores experiencias resultaron buenas (cómo disfruté con Antidisturbios...). Apagón no me decepcionó. Yo había oído el podcast, pero solo está inspirado en él, a partir de la situación hacen una serie muy distinta. El tema es que por una tormenta solar se produce un apagón en la mayor parte del mundo que dura meses. Son cinco capítulos independientes, pero que forman un todo y tratan diferentes aspectos y ambientes: un hospital, un pastor de cabras, un grupo de gente organizada en su barrio... La verdad es que era difícil que saliera mal si os fijáis en los directores de los distintos capítulos (¡hasta Isaki Lacuesta lo hace bien!). La única pega es que me ha resultado un tanto inquietante. Desde el COVID ya no miro las distopías con los mismos ojos.
En una de esas plataformas que producen series como si
fueran churros, algunas, buenas y otras, no tanto, están pasando una serie
basada en una peli que fue un gran éxito allá por los rutilantes años 90. La
peli es redonda como una bola de béisbol, la serie no lo es tanto porque pierde el objetivo principal que es el
béisbol por otros asuntos más mundanos.
Así que, por mucho que la serie para televisión esté de moda, yo voy a
traer al blog la película. Para todas ustedes “Ellas dan el golpe”.
Penny Marshall
La peli de hoy es una de las pocas pelis exitosas de
Hollywood dirigida por una mujer, Penny Marshall. Dirigió poco y quizá un pelín
comercial pero, si no hubiera sido así quizá no hubiera seguido rodando en una
industria donde las mujeres son minoría siempre. En la interpretación, porque
las actrices tienen menos papeles que los actores, quizá porque los guionistas,
mayoritariamente masculinos, escriben por y para varones, la realización,
porque la pasta también está mayoritariamente en el lado masculino, y la dirección, no iba a ser menos.
Penny Marshall charlando con Madonna
Penny Marshall desde
el final de los 80 rodaba una peli cada 2 años.Se estrenó con una divertida peli de espías, “Jumpin’ Jack Flash”, para
mayor gloria de la prota, que era Whoopi Goldberg, 1986. Luego rodó uno de los
primeros éxitosdel actor Tom Hanks, “Big”,
1988. Más tarde, una peli con un contenido Robin Williams y Robert de Niro, “despertares”,
1990 para que la siguiente fuera una campanada, “ellas dan el golpe”, en 1992.
We can do it!!
Cartel de los 40 animando a las mujeres a trabajar igual que los hombres, pero de "sustis".
La peli está basada en un hecho real. En aquella época en que EEUU, siempre tarde, pero seguro de ganar, se metió en la segunda guerra mundial, las mujeres, de manera excepcional, sustituyeron a los hombres en las fábricas, porque había que producir, y hasta en el espectáculo deportivo. Así, las mujeres pudieron jugar al béisbol. Porque el “we can do it” era para todo…mientras los varones jugaran a la guerra.
Las Rockford Peaches
Ellas dan el golpe fue el título con el que se estrenó en
España, lugar muy dado a cambiar los nombres de las pelis por mensajes de lo
más variopinto. “A league of their own” se podría haber llamado “su propia liga”,
que sería lo más correcto, pero ¿Por qué hacerlo fácil si “after hours” se
llamó “jo, qué noche”.
De izquierda a derecha: Stilwell, Evelyn, Betty, Doris, Mae y Jimmy.
Un reparto estelar.
Dottie Hinson (Geena Davis) preparada para batear.
Geena Davis hacía bien poco que se había hecho mundialmente
famosa por haber interpretado a la Thelma de Thelma y Louise junto a Susan
Sarandon.Tom Hanks estaba en los
inicios de su fulgurante carrera. Si bien, dos años antes, había estado
nominado a los óscars con otra peli de Penny Marshall (Big), Hanks, en “ellas
dan el golpe” hace un papel que evoluciona desde el ex jugador estrella y
borracho que no cree en las mujeres del béisbol hasta el entregado entrenador.
Madonna era, ya por entonces, todo un icono del pop, pero no lo dudó a la hora
de defender su papel de Mae Mordabito. Hay que decir que las actrices realmente
estuvieron entrenando para quedar bien en las escenas de juego y Madonna,
perfeccionista, se esforzaba al máximo.
El valor del equipo:
Dottie Himson (Geena Davis) es una atlética mujer campesina
a la que le gusta jugar al béibol en su pueblo. Su hermana menor, Kit Keller
(Lori Petty), también es aficionada aunque se siente un poco a la sombra porque
su hermana es tan buena que se frustra con facilidad. Un avispado ojeador (Jon
Lovitz) llega con el fin de reclutarlas. Por el camino recogen a una bateadora
excepcional, Marla Hooch (Megan Cavanagh) y llegan al lugar donde serán
seleccionadas para jugar en los equipos que se están creando para entretener al
público mientras los hombres luchan en la guerra.
Al final, Jimmy Dugan acaba siendo un entrenador comprometido, hasta echando la bronca a Evelyn Gardner.
El equipo se acaba
completando con Mae Mordabito (Madonna)una empoderadísima italoamericana, Doris Murphy (Rosie O’Donnell) que
habla por los codos, Evelyn Gardner, una mujer que tiene que hacerse cargo de
su hijo, Stilwell, porque el padre no
tiene ninguna pretensión testicular en hacerlo, Ellen Sue, miss Alabama, Alice,
la supersticiosa, Betty, Beverly y Shirley Baker, la chica analfabeta que
aprende a leer gracias a las lecturas que le proporciona Mae Mordabito a base
de novelas picantes. Todas ellas conforman el equipo de las Rockford Peaches,
entrenadas por una vieja gloria pasada de alcohol llamada Jimmy Dugan. Juegan
en la liga montada por el magnate de las chocolatinas, señor Harvey,
interpretado por el director de cine y hermano de la directora de esta peli,
Gerry Marshall y planificada por el señor Lowenstein, (David Strathairn).
David Strathairn y Gerry Marshall, hermano de Penny Marshall.
La peli no ahorra en sentimentalismo porque empieza y acaba
en 1992 y, mediante un flashback que es casi toda la peli, nos envía a los años
40, al béisbol femenino jugado con ropa que, lejos de ser cómoda para practicar
deporte, es un modelito para que los varones miren cacha, a las clases para
refinar a las señoritas, no vayan a ser todas unas marimachos que escupen
tabaco y a los noticieros de los cines con comentaristas graciosetes de voz
engolada.
Esta serie
televisiva norteamericana creada por Michelle y Robert King comenzó a emitirse
en 2017 como spin-off de la exitosísima The Good Wife,
tomando como personaje central a uno de los principales de la serie “madre”: la
inefable e inigualable Diane Lockhart, una exitosa abogada de Chicago, demócrata,
activista y feminista. Dicen que, en la génesis del personaje de Lockhart, la
inspiración vino de una persona real, Christine Lagarde, pero no sé si
creérmelo. Puede que una semilla del personaje sí viniera de ahí, pero luego Diane
hizo su propio camino y se distanció tanto de su modelo que ambos se volvieron
mutuamente irreconocibles.
Con Diana Lockhart
viajan de la precuela a la secuela otras dos cracks más: la abogada Lucca Quinn
y la todoterreno Marissa Gold.
Vuelvo un momentito
a la precuela, a The Good Wife, para contaros que a su actriz protagonista,
Julianna Margulies, que encarnaba a la gran Alicia Florrick, la invitaron a
aparecer en The Good Fight (en adelante, TGF), pero las negociaciones no
llegaron a buen puerto, porque las demandas económicas de Margulies debían de
ser desorbitadas.
Con todo, quizás
Margulies, más que una faena, hizo un favor a TGF, pues los guionistas supieron
valerse de tal ausencia y hacer que planeara magistralmente sobre los
acontecimientos, especialmente sobre la primera temporada, hasta el punto de
convertir al personaje en una especie de mito, más etéreo e importante por
invisible y esquivo.
En el episodio 1 de
la temporada 1 de TGF, encontramos a Diane Lockhart en la peor etapa de su
vida: por si fuera poco horrible que Donald Trump haya ganado las elecciones y se
haya convertido en el maldito presidente de los Estados Unidos, Diane
se descubre víctima de una estafa financiera del estilo de la de Bernard Madoff, que le hace perder los abultadísimos ahorros de toda su vida.
Con semejante
arranque, aunque The Good Wife había dejado el listón verdaderamente alto, TGF
consigue al menos igualarlo y en ciertos momentos incluso diría que
superarlo. No defrauda en absoluto y, al explorar nuevos estilos de narración,
incluso refresca a su antecesora. Sin una
gran historia de amor ni tensión sexual ninguna, se arriesga en la originalidad
y triunfa al lanzarse de lleno a intrigas políticas convertidas en estupenda
ficción televisiva. De hecho, uno de sus grandes aciertos es el de seguir muy
de cerca los sucesos de la historia social y política norteamericana (la
emergencia de la extrema derecha y el supremacismo, el movimiento #MeToo y las
violentas reacciones contra él, el acoso en redes sociales, las fake news e
incluso la covid-19), que, sobre todo desde Trump, tienen un toque de
irrealidad o surrealidad muy sugestivo y se prestan bien a ser ficcionados.
Además, se adentra
de lleno en un ámbito ya apuntado en The Good Wife: la hipocresía liberal, lo
que no es oro, aunque reluce, en el compromiso moral de la progresía demócrata
norteamericana.
Estoy segura,
queridas lectoras y lectores, de que, si conocéis esta serie, coincidiréis
conmigo en que el episodio estrella, insuperable, es el primero de la cuarta
temporada. Y si no la conocéis, mejor no digo nada y os dejo con la intriga,
para que os animéis a verla.
El rodaje de la
quinta temporada tuvo que interrumpirse por la pandemia, lo cual no dejó sin
reflejos a los guionistas, que, como os decía antes, en su línea de seguir muy
de cerca los acontecimientos reales del país, incorporaron a sus tramas la
covid-19, las reuniones por Zoom con sus consabidas meteduras de pata más o
menos graves, las protestas por la muerte de George Floyd, el asalto al
Capitolio y la muerte de la jueza Ruth Bader.
TGF une el horror y
la farsa y se empeña también en mostrarnos hasta qué punto puede ser la
justicia absurda y arbitraria. En este apartado destaca, ya desde The Good
Wife, un elenco de jueces a cual más extravagante que llega a su clímax en la
temporada quinta con el personaje que encarna Mandy Patinkin.
La sexta y, según
dicen, última temporada de TGF se estrenó el pasado 8 de septiembre. Aunque
estoy deseando hacerlo, todavía no la he visto, sospecho que porque, cuando la
vea, se habrá terminado TGF definitivamente y, por supuesto, no deseo que tal
cosa suceda.