Os cuento en este articulito mi tormentosa relación con este film de David Fincher de 1997. Mi primera sorpresa al revisitarlo es que ya tiene casi veinte añitos, así que podemos decir que es una peli de otra era, de cuando la tecnología no estaba tan presente en nuestras vidas, aunque, si la habéis visto, coincidiréis conmigo en que es un film bastante tecnológico; no estaría mal una nueva versión actualizada a estos tiempos, pues daría pie a mayores marcianadas.
Otra vez estoy ante una de esas contradicciones mías. The Game es una peli que no me gusta, pero, como me sucede con otras muchas y como ya os he contado en anteriores episodios, me deja pegada a la pantalla cada vez que tropiezo con ella en la tele. Quizás por eso me ha apetecido dedicarle un artículo, porque quiero descubrir qué es exactamente lo que no me gusta y qué lo que me fascina o qué me desagrada y me fascina a la vez, que también puede ser.
El director, David Fincher, tampoco me gusta nada. Presuntuoso y sobrevalorado, cuenta con el prestigio del aburrimiento y el embrollo narrativo. Seven y El club de la lucha me parecen un horror. Salvo de la quema Zodiac, Perdida y La red social y me rindo ante House of Cards.
Maldita sea. Lo he vuelto a hacer. Empiezo diciendo que algo no me gusta y acabo reconociendo que bueno, tira, vale… Igual no lo detesto tanto.
En fin. Volvamos a The Game y
comencemos por el personaje principal, Nicholas van Orton, el encarnado por
Michael Douglas. Ese “van” ante el primer apellido nos da una pista: estamos en
un entorno que en USA llaman “old money world”; esto es, quienes llevan ese
“van” ante el apellido pertenecen a familias con dinero acumulado durante
generaciones, en una línea sucesoria directa que se remonta a los primeros
holandeses que llegaron a América y engañaron a los indígenas para quedarse con
sus tierras.
Van Orton es, pues, un ricachón de San Francisco que encaja en el estereotipo narrativo del Scrooge de Charles Dickens. Como sucede en Family Man, comienzan a sucederle cosas extrañas que acaban componiendo una experiencia iniciática que suponemos también redentoria, que le transforma la vida, aunque el film apenas nos diga nada sobre su vida posterior a tal experiencia.
Hay quien dice ver fallos en la trama, zonas oscuras y detalles no resueltos. Seguro que es así. A mí ni se me ocurre ponerme a desenredar el hilo narrativo, porque sería un esfuerzo que no conduciría a nada. Es lo de menos. Es más: opino que esos fallos o esas pequeñas ausencias de lógica argumental ayudan a componer el ambiente de pesadilla en el que las cosas malas, las desgracias, suceden porque sí, de manera tonta y absurda, sin concatenación lógica alguna.
En lo pesadillesco me recuerda The Game a Jo, qué noche, de Scorsese, porque The Game también te introduce en un torbellino de desdichas que no puedes imaginar cómo acabará, con sus inevitables toques kafkianos, claro.
Así y todo, también tiene su punto de redención (no olvidéis a Scrooge) y su minúsculo lado luminoso.
Noemí Pastor
1 comentario:
Me pasa lo mismo con el director y el actor pero no recuerdo está película. Seguro no la Vi por lo que dije ja. Saludos
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