viernes, 2 de mayo de 2025

Matlock, Kathy Bates entre tiburones trajeados

La edad de oro de la tele de pago crea series como champiñones donde artistas veteranos siguen prodigándose. Así, hace poco, encontré a la simpar Kathy Bates protagonizando una serie de intrigas legales en un caro bufete de abogados neoyorkino. Esta avezada actriz septuagenaria continua dando guerra en el mundo de la interpretación después de haberse pasado media vida en el teatro y de impactar y aterrorizar a medio mundo en la adaptación para el cine de la novela Misery de Stephen King, donde martirizaba a James Caan.

La serie que protagoniza Kathy Bates empezó con cierta gracia; nos encontramos a una adorable ancianita que acude a un elegante y caro bufete de abogados neoyorkino para conseguir trabajo. No es extraño ver ancianos currando duro en los EEUU, y Matty Matlock, que así se llama el personaje de la Bates, necesita con urgencia ganar un sueldo según nos cuenta. Pero no os fieis, es abogada, y muy buena, y sabéis que los abogados tienen picos de oro para engañar sin piedad. 

Kathy Bates no se jubila.

Matlock es misteriosa pero engancha su personalidad, su oficio y también lo que nos va descubriendo de su vida. A los del bufete les cuenta que necesita trabajar porque es una abuela viuda a cargo de un nieto preadolescente. En esa pecera llena de tiburones que resulta ser el bufete se sumerge la ancianita y consigue que no se la coman. Ahora es cuando el espectador va conociendo al resto de la plantilla de abogados estirados con deseos de hacerse socios de la firma, que aguantan jornadas interminables de manera estajanovista con tal de no ser comidos como "pezqueñines" que son para llegar a "tiburonear" como los peces gordos.

En el ascensor con dos abogados que pelean por ser socios del bufete.


Uno de los dueños de la firma es Markston sénior (Beau Bridges), que por su posición puede permitirse el lujo de usar traje y corbata y va vestido como un cow-boy de oficina, con sus jeans y su corbata tejana (O corbata bolo). Hay un sénior, lo cual implica a un júnior (Jason Ritter, el hijo de John Ritter), un abogaducho algo pusilánime que pelea con su exesposa en la carrera por ser admitido como socio del bufete. La ex, aunque excelente abogada, por lo que se ve, y bastante estirada, por lo que se aprecia, es Olympia Lawrence, que defiende el estereotipo de mujer luchadora afroamericana que tiene que romper el techo de cristal y los muros de carga machistas y racistas. Y por último están los jóvenes abogados pringados que comparten despacho y no reciben bien a la competencia, aunque pueda ser su abuela. Ellos son  Sarah Yang, una inflexible joven asiático-americana, pelota hasta el hartazgo, y Billy Martínez, el joven de origen hispanoamericano, que es un poco menos intragable e intentan hacerlo pasar por tío dulce. Con todos estos personajes ya tenemos la cuota de casi todas las minorías étnicas del país.

Trío de becarios. Como en Fama, esta cuesta y lo van a pagar, aparte de con sudor, con horas en la ofi.

Uno de los chistes recurrentes, que en España no se entiende demasiado, es que la abogada se apellida Matlock, igual que un famoso personaje televisivo cuyo apellido daba título a una vetusta serie sobre abogados criminalistas de hace más  de treinta años. Como si hicieran en España una serie con un pescador apellidado Chanquete, poco más o menos. Sólo que la Matlock  que interpreta Bates esconde muchos secretos. Ella entra en el bufete por la puerta pequeña, esa en la que tiene que codearse con otros abogaduchos bisoños, alegando necesidades económicas pero tiene otro objetivo muy concreto. Hay una subtrama que se va enganchando a las tramas de cada capítulo. Esta no os la cuento, pero siempre podéis echar un ojo a painkiller. Está relacionada.

Beau Bridges, tiburón jefe.

Matlock, al igual que el abogado del Lincoln, son la nueva hornada de series sobre letrados alejadas, pero no mucho, de la caspa de los noventa  que traían series como "La ley de Los Ángeles". Sólo por ver a una actriz con la presencia de Kathy Bates ya merece la pena.

Juli Gan.


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